RAMÓN GOMEZ DE LA SERNA

El inagotable, agudo y discutido Gómez de la Serna es un caso admirable de clara vocación y fecundidad literaria. Su vida y obra es una ruptura contra las convenciones. Nació en 1888 y vivió en Madrid, donde a los dieciséis años ya escribió su primera novela, seguida después de casi un centenar de obras. En todas ellas derrochó ingenio inteligencia y creatividad.

En sus escritos resalta lo que él miso define como «Ramonismo», o sea, un estilo personal e intuitivo, junto a una visión original y chispeante del mundo en la que todo parece incoherente, desmesurado y superficial, pero que responde a una concepción profunda de la vida. Divulgó las vanguardias europeas desde su concurrida tertulia en el Café Pombo.

 

Su invención más querida y popularizada fueron las «Greguerías», que son condensaciones de ideas chocantes e ingeniosas. Un género iniciado por él, como un conjunto de apuntes en los que encierra una pirueta conceptual o una metáfora insólita. Suelen ser de varios tipos: chistes, juegos de palabras, o incluso también como apuntes filosóficos. El doble problema para la crítica es definir cuál es la relación entre greguería y novela, y decidir si la escritura metafórica y humorística que Ramón utiliza en todos los géneros es compatible con lo que se entiende como buena novela.

Obras suyas son: «El torero Carancho», «La mujer de ámbar», «Los medios seres», «Retratos contemporáneos», «Ísmos» (libro dedicado a su encarnación con el espíritu y la actuación de las vanguardias) o «El rastros», que abarcan géneros desde la novela al ensayo, pasando por el teatro o la biografía, incluso su autobiografía («Automoribundia»).

La originalidad creativa del autor se ve reflejada especialmente en sus dieciocho novelas. La escritura se hace muy experimental en la novela erótica y surrealista ¡Rebeca!, seguida de otra tan surrealista como existencialista, El hombre perdido, que el autor define como ‘novela de la nebulosa’.

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